Se trata del telescopio infrarrojo óptico gregoriano más grande jamás diseñado. Esa es la definición técnica del Telescopio Gigante de Magallanes, que proporcionará el campo de visión más amplio del universo con siete de los espejos más grandes del mundo, que tienen, entre otros objetivos, buscar signos de vida en exoplanetas.
El telescopio contará con un poder de resolución diez veces mayor que el Telescopio Espacial Hubble y cuatro veces el Telescopio Espacial James Webb, estará albergado en un recinto de 22 pisos de altura y 4.800 toneladas métricas.
Tiene una estructura de acero de dos mil toneladas que sostiene siete espejos, cada uno de ellos de 78,4 metros y estará ubicado en el Observatorio Las Campanas a unos 50 kilómetros al sur de Vallenar en el Desierto de Atacama.
Diseñado, construido y operado por GMTO Corporation, organización sin fines de lucro, el proyecto depende de un consorcio internacional compuesto por 13 universidades e instituciones de investigación de los Estados Unidos, Corea del Sur, Israel, Brasil y Australia. Entre ellas la Universidad de Arizona, el Instituto Carnegie, la Universidad Harvard, el Instituto Smithsonian, Universidad de Chicago y el Instituto de Ciencias Weizmann.
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¿Qué tiene de especial este lugar?
De visita en Chile, el físico Robert Shelton, presidente de Giant Magellan Telescope Corporation desde 2017, describe con entusiasmo las características del proyecto y su posible alcance.
He estado en varios observatorios, esperaba que fuera aislado y desierto. Pero lo que más me llamó la atención fue la belleza del silencio allá arriba. Realmente profundo. Quizás se deba a mi edad y pelo gris, pero he llegado a apreciar tremendamente la calma y el silencio.
El sitio se ubica en parte de los terrenos que ocupa el Instituto Carnegie desde 1969 y que se encuentra dedicado al uso astronómico.
Conocemos bien la locación y desde que se gestó el proyecto, sabíamos que era el lugar apropiado.
Que el desierto de Atacama albergue a distintos sitios astronómicos es virtuoso, explica Shelton, porque, aunque los observatorios compiten entre sí, también surgen colaboraciones y el conocimiento se enriquece.
En una analogía muy básica, es como cuando se genera un polo gastronómico en un sector de la ciudad, más allá de que cada restaurante compita con el del lado, la demanda crece. Y se pueden perseguir fines colectivos: todos los observatorios necesitamos cielos oscuros y velar para que no exista contaminación lumínica.
La astronomía y su magnetismo
Un dato sorprendente que menciona el presidente de GMTO Corporation es que al final de esta década, cuando el telescopio comience a operar, Chile albergará el 70% de la capacidad de observación del planeta.
La astronomía es una ciencia que cada vez capta más interés mundial. Los mejores astrónomos, físicos y matemáticos que busquen conseguir un premio Nobel, y, seamos sinceros, todos los científicos lo hacemos, querrán tener acceso al telescopio más grande del mundo. Ese seremos nosotros y estaremos en Chile.
El compromiso chileno
Una de las misiones de Robert Shelton, además de visitar el sitio de la construcción, es reunir aportes de filántropos o inversionistas chilenos.
Hemos tenido un éxito significativo en EEUU, donde existe una larga tradición de donaciones filantrópicas y una estructura fiscal que las alienta. Quizás es una quimera mía, pero me gustaría nombrar el observatorio con el nombre de un chileno/a o institución que hiciera una donación. Siempre estamos buscando más inversión.
Comenta que se han reunido con autoridades de los últimos dos gobiernos, Michelle Bachelet y Sebastián Piñera, y que en esta visita entraron en contacto con el ministro de Ciencias, Flavio Salazar y de Obras Públicas, Juan Carlos García.
Cómo se transportará el telescopio
Para terminar, el físico explica cómo llegará el equipamiento desde Tucson, Arizona, hasta Coquimbo, Chile: cada espejo viajará por separado, pesan unas 18 toneladas y van en cajas protectoras de acero que pesan varias toneladas más.
Desde el sitio de su construcción viajarán en un camión hacia Houston o algún puerto en California, para embarcarse con destino a Coquimbo, y luego subir muy lentamente, a unos ocho kilómetros por hora, hasta Las Campanas.
Ahora mismo, dos de los espejos están terminados y en cajas. Pero falta mucho por delante. Tendré que mantenerme saludable para ver el final de esto, porque será épico.