Por Claudio Ortiz Welsch
Gerente General de Cisco Chile
Hablar de ciudades inteligentes es un tema muy común actualmente. Sobre todo porque vivimos en una era digital que poco a poco se construye en base a infraestructuras y tecnologías digitales integradas que proveen soluciones, productos y servicios que facilitan la vida de las personas. En ese sentido, es importante destacar algunos aspectos.
Las smart cities se cimientan para y hacia los ciudadanos. Son seguras, limpias e inclusivas en áreas como la energía, construcción, transporte, salud, gobernanza, educación y accesibilidad a través de capacidades de vanguardia como Inteligencia Artificial (IA), Internet de las cosas (IoT), computación en la nube y 5G.
De esta forma, mejora la visibilidad, transparencia y eficiencia, proyectando mejores beneficios para la calidad de vida de las personas.
Según IDC, las ciudades y comunidades inteligentes se centran en la confianza y la resiliencia digital para adaptarse a las tendencias actuales a gran escala.
En definitiva, desde la hiperconectividad y herramientas, cuentan con sensores y sistemas informáticos para anticipar, mitigar, prevenir y/o resolver escenarios urbanos complejos como desastres naturales, ataques cibernéticos o una pandemia, generando respuestas innovadoras desde la integración y análisis de datos.
Un futuro cada vez más cerca
Según el estudio IESE Cities in Motion Index del 2020, Santiago es una de las ciudades más inteligentes y sostenibles de Latinoamérica, destacándose como la más innovadora y que se encuentra aplicando herramientas tecnológicas que favorezcan la articulación territorial para que sus ciudadanos, comunidades y empresas puedan desarrollarse.
Ciertamente, las ciudades inteligentes no irán escalando desde una mayor adopción tecnológica, sino en cómo priorizan las inversiones y garantizan resultados exitosos que impacten en las personas en cuatro dimensiones: conectividad, servicios, sustentabilidad y cultura. Es decir, deben construir rutas serias y comprometidas.
Podemos mencionar algunas tecnologías como inteligencia artificial, big data, IoT y 5G, la gran apuesta del 2022, pero sin una correlación intrínseca con las necesidades de las personas, estas pierden el foco.
Soñamos con la autonomía de las industrias, de los vehículos, de los sistemas complejos. Pero la tecnología es para las comunidades una herramienta propulsora de oportunidades, evolución y progreso.
Y particularmente, en las smart cities se debe fomentar el talento y la prosperidad de sus habitantes.
Tecnología, dinamismo y digitalización
Eficiencia en el uso de los recursos, reducir la contaminación y huella de carbono, encontrar la cura a enfermedades letales, seguridad y, en definitiva, mejorar la calidad de vida deben ser el norte de las smart cities.
Por ende, la tecnología debe aplicarse de manera coherente, responsable, ética y holísticamente.
Evidentemente, debemos seguir repensando el concepto de ciudad hacia un ente más dinámico, sustentable y con un capital humano pleno.
En ello, los datos serán el motor fundamental para la expansión de las ciudades inteligentes y conectadas.
El camino está avanzado en la medida que las tecnologías sigan aumentando en la adopción e implementación en línea con las necesidades de los ciudadanos.