A pesar de los progresos que nos brinda la inteligencia artificial, aún no existe una tecnología que pueda igualar la comprensión, la empatía, la creatividad, la sensación o el juicio ético que tenemos como especie.
Es innegable que es una innovación única e impresionante, que analiza grandes volúmenes de datos mientras resuelve tareas complejas y repetitivas en pocos segundos.
Pero lo que no se puede olvidar es que se usa por y para nosotros, como hemos creado y renovado varias veces a lo largo de la historia.
La inteligencia humana es fruto de millones de años de evolución biológica, y si algo la caracteriza, es su adaptación a los tiempos, a los contextos y desafíos, para luego interpretarlos desde miradas epocales, estéticas y emocionales.
Prueba de ello es la literatura, el cine, el arte visual, la fotografía, la danza y cuanta otra actividad creativa cruza el mundo.
En ese sentido, se vuelve imperante medir las sensaciones que nos generan este tipo de avances, pues así tenemos noción de sus beneficios y de sus puntos débiles.
El mes pasado se dio a conocer la Encuesta Nacional de Percepción Social de la Inteligencia Artificial 2023, la cual midió la percepción de los chilenos por su automatización y sus efectos en la cotidianidad.
Y si bien un 93% de los encuestados tenía el concepto en su memoria, cuatro o cinco chilenos, de cada diez, perciben algún grado de riesgo o amenaza en relación con su funcionamiento.
El sondeo arrojó resultados interesantes sobre la incidencia que tiene en Chile.
Uno es el marcado factor socioeconómico. El 95% del segmento ABC1 sostiene haber escuchado sobre la inteligencia artificial, un número que baja sostenidamente hasta el 81,3% del segmento E.
Una cifra igualmente significativa para la Universidad Autónoma, de donde proviene el estudio.
A la hora de conocer quiénes son los más beneficiados con esta herramienta, un 33,9% de los consultados declara que son los más ricos.
Luego vienen los «más educados», con un 14,1%, seguidos de los más jóvenes, con un 12,2%. Menos de un 5% afirma que este sistema puede ayudar a los más pobres, a los con menor educación o a los niños.
En el nivel ABC1, un 50,8% ve a la IA como una oportunidad para sus vidas, secundado por el nivel D con un 36,2% y el E con 24,2%.
Para Nicolás Vilela, CEO y fundador de ZTZ Tech Group, la startup que permite a las empresas gestionar reclamos regulatorios a través de algoritmos basados en inteligencia artificial, estas sensaciones responden a las distancias que existen en Chile con respecto a la innovación tecnológica y la manera en que las abordamos para obtener buenos resultados.
En general, las personas con acceso temprano a dispositivos, software y servicios basados en inteligencia artificial son las que después se apropian de sus ventajas y las entienden con mayor facilidad. No solo por las soluciones que presentan para sus vidas, sino también por lo que puede significar su expansión hacia otras áreas de su vida como la profesional o las de esparcimiento. Aquellos que no pueden o no ven la necesidad de hacerlo, aquellos que comúnmente tienen menos oportunidades, terminan considerándolo ajeno o irrelevante, lo que no debería ser así porque su efectividad puede ayudarlos en una multitud de carencias y problemáticas que sus antecesores no pudieron resolver. Como todos le temen a lo desconocido, pero este temor se puede deconstruir.
Para el CEO, otros factores que son cruciales para estas diferencias son los etareos, los geográficos, el género, así como los culturales, los comunicacionales, el tipo de empleo, al igual que las políticas de inclusión digital que existan en los territorios.
Esto no se trata solo de bits, números encima de otros y algoritmos. Es un espejo de nuestra diversidad y de cómo trabajamos en nuestras metas como sociedad. Nos invita a reflexionar sobre cómo compartimos la responsabilidad de garantizar que esta alternativa transformadora sea un motor de inclusión, equidad y progreso para todos. La forma en que abordamos estos retos definirá el impacto y el alcance de este desarrollo en nuestro futuro colectivo.
Continuando con resultados interesantes del análisis, el 73,2% de los participantes asocia la inteligencia artificial con plataformas como Chat GPT, Waze o Google Maps, Siri o Alexa, mientras que solo un 5% las vincula con Spotify, YouTube, Netflix y otros servicios de streaming.
Asimismo, un 16,5% de la muestra cree que las redes sociales utilizan inteligencia artificial en el momento que las usamos.
La percepción pública de la inteligencia artificial a menudo se concentra en sus aplicaciones más visibles en Internet, como los asistentes virtuales o en sus aportes durante la navegación, pero su influencia se extiende mucho más allá. La IA también impulsa la magia detrás de nuestras listas de reproducción favoritas, las recomendaciones de películas y series, y hasta nuestras interacciones en las redes sociales, aunque no siempre lo notemos. Es hora de reconocer el alcance silencioso de la IA en nuestro día a día y no temerle como se suele hacer.